La ciudad amurallada de Jerusalén ocupa apenas una reducida extensión en Israel pero alberga entre sus pasadizos y corredores, la historia y el origen de cómo se organiza actualmente el mundo religiosamente y políticamente. Estamos frente a una de las ciudades más sagradas pero a la vez más trágicas y sangrientas con relatos repletos de batalla y sangre en nombre de dios. La ciudad esta dividida en 4 sectores: Judío, Musulmán, Cristiano y Armenio. ¿Cómo los Armenios –también cristianos- se posicionaron en Jerusalén ha sido una sorpresa y misterio para mí. Es increíble, pero en ese pequeño cubículo de ciudad se han agrupado y distribuido según su creencia religiosa. Aunque esta fuertemente vinculada a los judíos, ellos no han podido administrarla desde la época romana sino recién desde la Guerra de los Seis Días en 1967. Posterior a Salomón, la ciudad ha sido controlada por babilonios, asirios, romanos, musulmanes, cruzados, turcos, británicos. La ciudad vieja de Jerusalén -aunque no es muy antigua porque ha sido destruida y levantada varias veces- es un laberinto encantador de subterfugios y pasadizos para perderse en medio de judíos, cristianos y musulmanes en su versiones más ortodoxas y modernas, entre calles llenas de color, artesanías y menjunjes donde tienes que negociar duro con expertos comerciantes para conseguir un precio casi real ya que los productos son elevados –calculo- tres veces su precio original.

Religiosamente, Jerusalén es la cuna de tres de las religiones más importantes en el mundo: Judaísmo, Islamismo y Cristianismo. Las tres reconocen a Abraham como profeta. Abraham nacido en Ur, hoy Irak –es importante ese dato porque algunos palestinos argumentan que eso demostraría que los judíos tienen origen iraquí- tuvo dos mujeres: Sara madre de Isaac, padre de Jacob, padre de bla bla bla padre de David padre de Salomón quien construyó el templo judío en la ciudad de Jerusalén para albergar el Arca del Alianza y las Tablas de Moisés, esas que nazis e Indiana Jones buscaban ansiosamente en la primera pela de la saga. El templo ha sido destruido y hoy queda apenas una pared, el llamado Muro de las Lamentos que es donde los judíos asisten para dar sus plegarias y constituye uno de los lugares más sagrados de la religión judía. Se cree que al final de los tiempos, el Mesías levantará de nuevo un templo. En ese sentido, Jesús no ha sido el mesías para los judíos pero en la actualidad muy pocos creen que será una persona sino ahora más bien es creído que puede tratarse de algún movimiento social. Para llegar al Muro, debemos pasar ciertos controles y usar unas pequeñas boinas de cartón que son una muestra de respeto; existe una sección para los varones y una para las mujeres. Tus plegarias son escritas y el papel es depositado en alguna rendija del muro; una suerte de pozo de los deseos para los turistas. Por supuesto, ningún musulmán o árabe está permitido de entrar en esta zona.

Abraham tuvo otra mujer, la esclava Agar quien le dio como hijo a Ismael y cuya generación se hace llamar ismaelitas y de donde provienen - precisamente- los islámicos. Uno de sus descendientes, Mahoma nacido en Arabia Saudita tuvo la caprichosa idea en conjunción con Dios (Ala) de acender a los cielos desde la Roca Sagrada localizada en el Templo Judío convirtiéndose en el tercer lugar más sagrado para los islámicos. Así, ese pedacito de tierra de apenas unos metros cuadrados incrustado en ese pedacito de tierra de Jerusalén se convertía en un lugar santo para judíos y musulmanes aunque por diferentes motivos. Estando Jerusalén en poder de los musulmanes, se erigió la mezquita Al-Aqsa y es actualmente una de las mezquitas más hermosas que he visto, y ofrece al viajero un paisaje increíble a la ciudad de Jerusalén sobretodo cuando es observado desde el Monte de Getsemaní.

Jesús -hijo de José y María- es descendiente directo de Abraham, David y Salomón. Mientras para el Judaísmo representa un profeta más, para los cristianos es el Hijo de Dios; Dios hecho hombre que compone la Santísima Trinidad (concepto que nunca he entendido por más acto de fe que fuese). Aún para quien no fuese creyente, Jesús es un personaje histórico y saber que estamos siguiendo la ruta por donde se cree siguió cargando la cruz es impresionante y conmovedor. Fue en Jerusalén, en medio de estas callecitas amuralladas donde Jesús pasó sus últimos días. Mucho de los lugares importantes están fundamentados en tradiciones y creencias que se han ido solidificando con el tiempo. Gólgota –por ejemplo- esa colina en forma de calavera donde Jesús fue crucificado con dos ladrones ya no puede ser apreciada porque una iglesia ha sido construida sobre ella. El lugar, además no ha sido precisado por algún estudio científico sino más bien por Helena la madre de Constantino, el emperador que se volvió al cristianismo y detuvo la persecución de cristianos. Resulta insólito pero dentro de la iglesia, diversas Iglesias cristianas han definido donde exactamente fue crucificado o sepultado Jesús. Encuentras entonces, varios altares y diversas comunidades religiosas custodiando el lugar santo. Es un sistema complejo de límites territoriales y derecho a turnos de vigilancia donde cada baldosa y cornisa ha sido asignado a una comunidad religiosa a través del tiempo. Las disputas entre monjes son constantes pero a veces, las riñas pueden tornarse violentas. Apenas en el 2008, monjes armenios y griegos armaron un bochornoso incidente a puño limpio por celos de potestad sobre el lugar santo. Con base fundamentada en fotografías, si observas en una de las ventanas de la Iglesia, verás como existe una pequeña escalera que nadie ha osado moverla desde hace más de un siglo. Aparentemente, no se puede mover nada de un área común sin el consentimiento de todas las comunidades religiosas. Hace 150 años que no pueden ponerse de acuerdo para mover la escalera, y ella continúa allí. Lo absurdo no pasaría de una anécdota si no fuese que similares problemas se encuentran para -por ejemplo- la reparación de algunos techados o la creación de una puerta de emergencia a la única existente que existe. Al parecer, los monjes prefieren hundirse bajo las murallas con todos sus visitantes antes de ceder un ápice de sus espacios. Absurdos que se observan inclusive en el lugar más santo de la cristiandad. La cantidad de iglesias cristianas me sorprende. Nacido y vivido en un país mayoritariamente católico romano bajo el mandato del Papa en el Vaticano, uno asume que esa es la única Iglesia Cristiana. Pero en Jerusalén puedes además de la Romana, a sus primas hermanas la Griega, la Armenia y la Rusa. Un sacerdote ortodoxo griego nos dice que lo importante son las creencias y no los ritos religiosos luego de presenciar una misa que efectivamente dista en algo a las misas católicas a las que he asistido. Más extraño me resulta encontrar árabes católicos con quienes guardo más comunidad que con los cristianos de la Iglesia Griega.

De manera similar como tomamos una cerveza palestina, un amigo y yo decidimos tomarnos una cerveza israelí. Estamos en el barrio cristiano de la ciudad amurallada de Jerusalén un 31 de Diciembre del 2008 y quien nos atiende es un palestino árabe pero de credo cristiano católico quien se encuentra ofuscado también por los ataques israelíes contra sus hermanos de Gaza. Me doy cuenta que lo religioso en el conflicto palestino-israelí no juega mucho. Se sienten una nación sin territorio o con un territorio ocupado por un invasor que abusa además de su poderío bélico. Nos cuenta que no habrá fiestas de año nuevo porque la guerra no motiva para celebraciones pero igual nos invita que seguro en la calle del barrio se organizará al menos un brindis. En un momento se acerca y en voz baja nos confiesa: “No se que tanto judíos y musulmanes se pelean por ese templo en Jerusalén si eso es cristiano, es nuestro”. Nos sorprende su declaración. Nos mira buscando nuestra complicidad y continua: "¿Recuerdan cuando Jesús entró al templo, pateo y los botó a todos diciendo que el Templo era suyo? Ya pues, desde allí todo eso es cristiano". Lo analizo y no encuentro sentido a sus palabras; así que le pregunto si eso era interpretación suya; se ríe, se siente pillado en su travesura. En esos instantes una mujer entra y en árabe pide una botella de whisky, yo que seguía tomando mi cerveza le pregunto en inglés: “¿Para celebrar el año nuevo?”; y ella me responde “No. Para olvidarlo, no estamos para celebrar nada cuando nuestros hijos están muriendo en Gaza”. Sus palabras me tumban, me avergüenzan, me dejan callado.

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