Como una especie de jet lag eterno, tengo serias dificultades para acostarme y levantarme temprano. Sin embargo son las 7am, el sol ya lo inunda todo y el bochorno empieza a crecer. Aunque me encuentro en Bangalore, la ciudad india climáticamente más amigable, la primavera bordea los 35 grados y el verano promete llegar a los 40 con facilidad. El trayecto a la oficina es sencillo, a escasos 5 minutos en bicicleta; sólo debo esquivar algunas vacas que siendo sagradas andan circulando libres por las calles de mi distrito.
La primera cosa que debo hacer al llegar a la oficina es “marcar tarjeta” a través de un sistema informático creado por la oficina de recursos humanos. Es el primer trabajo donde debo registrar la hora de ingreso y salida, un detalle de las actividades que hago y el tiempo que dedico a cada una. Si sobrepaso los 500 minutos de tardanza empiezan a descontarme días de vacaciones. Es un trabajo burocrático el cual detesto pero a la vez vivo resignado. Enseguida una lectura de periódicos locales y peruanos, la revisión del mail y la apertura del Messenger. Preparo mi desayuno (usualmente cereal y yogurt) y empiezo a trabajar. En estos días debo hacer unos reportes de la educación de 19 estados de la India para un evento que se realizará en Delhi, en el cual también participaré. Estoy emocionado porque será la oportunidad de conocer el Taj Mahal.
Mientras empiezo, la “maid” limpia la oficina. He querido hacer contacto visual para saludarla por respeto pero es imposible. Además de no terminar de entender las sutiles líneas de confianza y respeto que existe entre los sexos, a veces siento que atento la privacidad y sobre todo las demarcadas reglas de jerarquía que existe en la sociedad india.
Cuando son las 10am, se va la electricidad. India sufre un problema de energía y los cortes son comunes en todas las ciudades por lo que las oficinas y negocios cuentan con grupos electrógenos y baterías para las horas de recorte. Para enfrentar el serio problema energético, en mi ciudad por ejemplo, todo nuevo edificio está obligado por ley a tener un panel solar. En mi oficina, las baterías sólo proveen energía a las computadoras, lo que significa que nos quedamos sin ventiladores. A los minutos empiezo a sudar como si estuviese en un sauna. Manos húmedas, hilos de sudor donde mis brazos se apoyan y gotitas del mismo en el pecho. Mis compañeros se quejan pero tienen más asumido que India, sencillamente, es así.
A las 11:00 u 11:30 regresa la luz y los ventiladores son un alivio. Sigo avanzando mis reportes hasta la hora del almuerzo. Esta vez no he llevado mi comida por lo que decido salir con mis colegas indios. El lugar escogido es Nandini , un restaurante especializado en comida venida del estado de Andhra Pradesh. Las calles están semi-desiertas y muchos establecimientos se encuentran cerrados. La razón es que es mediodía del viernes, día de descanso y hora de oración para los musulmanes.
En el restaurante, hemos pedido thaly que significa plato. Es una típica comida que con variantes es muy extendida en toda India. Nos sirven sobre hojas de plátano - característica habitual del sur de India- arroz con ghee (especie de aceite o mantequilla derretida), dhal (lentejas), sambhar (especie de caldillo), papad (especie de tortillas muy delgadas), razam (otro caldillo) y curd (especie de yogurt). El dhal es muy picante y requiero beber agua constantemente, aún así es delicioso combinado con arroz y papad. Aunque para reducir el efecto de la comida condimentada y picante es recomendado beber el curd, no suelo hacerlo por una psicológica y convenida alergia que tengo a los derivados de la leche. Tampoco uso las manos para comer como lo hacen mis colegas pero es más un tema de practicidad.
La tarde pasa sin nada espectacular, salvo algún corte adicional de luz con su respectiva transpirada. Es el segundo viernes del mes, lo que significa que no debo trabajar el sábado. En la oficina se descansa los segundos y cuartos sábados de cada mes. A las 6 en punto salgo disparado de nuevo en bicicleta; el tráfico empieza a crecer vertiginosamente. Llego a mi casa, cojo mi mochila y de nuevo a la calle en dirección a la piscina. Me esperan 45 minutos de bicicleta pero esta vez no son vacas sino cientos de motos que se cruzan e invaden todo centímetro de las pistas e inclusive las veredas y en sentido contrario. El sonar de los claxon es constante y la polución se puede sentir secando y raspando la garganta. Muchos optan por usar pañuelos sobre la cara. Las motos con una, dos y hasta familia entera de cinco personas transitan raudas por las calles. La ley obliga sólo al conductor usar el casco. Para un ciclista como yo, una combinación de peatón sobre ruedas, no existen reglas específicas, por lo tanto las veredas y pistas son accesibles y los semáforos inexistentes.
La piscina es limpia aunque con desbordante cloro. Varios instructores enseñan atentamente y “poseramente” a los principiantes. Sin embargo, dentro de ella, todos nadan en desorden: se cruzan, invaden, chocan debiendo estar constantemente atento. La piscina como no podía ser de otra manera es tan caótica como la calle misma. Siento que estoy en la India acuática. A diferencia de Hyderabad, en esta piscina de Bangalore, hombres y mujeres pueden nadar juntos. Los trajes de baño de las mujeres suelen llevar una falda sobre la calzoneta muy parecido a los trajes de las mujeres tenistas; otros modelos llegan hasta los tobillos mientras algunas prefieren usar un short de lycra debajo del traje de baño.
60 minutos de submarinos chocones y otros 45 minutos de bici a casa para alistarme a salir. Como cada viernes y sábado hay fiesta organizada para los expats (ex-patriados) del mundo viviendo en India. No suelo ser asiduo pero hoy hay fiesta latina; la primera en organizarse en Bangalore, al menos es lo que dicen. Una de las razones, el alto número de latinoamericanos que han empezado a llegar a Bangalore. Parte del crecimiento de los call-center que requieren hispanohablantes que puedan atender llamadas provenientes de USA y Canadá. Es un fenómeno industrial, global y liberal que otorga a India y principalmente a Bangalore una aparente bonanza económica. Muchas transnacionales prefieren invertir industria, sucursales y oficinas en India donde la inversión, mantenimiento y mano de obra resulta ser más barata que en los países de origen. Así, en pocos años muchas transnacionales han abierto sucursales en India, principalmente en el área de tecnología y comunicación. India vive un aparente progreso y Bangalore se ha convertido por excelencia en la ciudad IT siendo llamada el Silicon Valley de India.
Llevo mi segundo año y no he encontrado un peruano en Bangalore, aunque si me he comunicado con alguno en Mumbai y otra en Delhi. El grueso de personas latinas que ha empezado a llegar viene por trabajo en call-centers o por intercambio de universidad. La mayoría proviene de Chile; le sigue México. Somos poquísimos pero somos. Las fiestas expats se realizan en grandes hoteles de lujo o exclusivos pubs donde se combinan turistas, expats y la joven clase alta de India. Es otra cara de país donde no encuentras sarees, dotis o salwars sino todo lo contrario ropa de marcas occidentales, cervezas internacionales y barbacoas. La condición de expat te hace tener un vínculo con los que no somos de India. Compartimos de alguna manera las mismas satisfacciones y frustraciones pero no necesariamente la misma perspectiva sobre el país. El flujo de expats es sorprendente. Cada mes, así como vienen se van; las amistades son fugaces. Las conversaciones suelen ser comunes: cuánto tiempo llevas, cuánto tiempo más estarás, qué tipo de visa tienes, qué problema con la visa tienes, qué haces; a lo que se suma las mil divertidas anécdotas y “quejas” sobre la cultura India. Muchos vienen atraídos por la reserva espiritual, la riqueza cultural, la exoticidad del país pero en Bangalore también cuenta venir para hacer negocios, hacer dinero y por último depredar India. Estos pocos, viven acuartelados en hoteles y clubes sacando el máximo de provecho al sueldo en moneda extranjera y los gastos en moneda local.
La fiesta no resulto lo que imaginaba. Poner a Shakira y Ricky cantando en inglés fue lo más latino que pudieron ofrecer además de los exóticos tequilas y mojitos. Como no sorprenderá no existe pisco ni siquiera aquel aguardiente de uva del país sureño. Llega las 11:30 y la fiesta empieza a terminar. Es lo usual. No existen muchos locales que se extiendan más allá de la medianoche. La fiesta continuará en alguna casa particular con los llamados “after party”. Nunca falta un expat que está de despedida, otro que anda muy ebrio o alguno con necesidad de socializar y hacer amigos. He decidido no continuar la fiesta. Me regreso a casa. La salida requiere negociar mucho con los choferes de autorickshaw (mototaxis) que buscan incautar a algún ebrio o recién llegado expat que no conozca la ruta.
Esta es mi India cotidiana, con la que vivo el día a día, lejana de ese grandioso y majestuoso círculo turístico pero que me hace comprender mejor los dilemas y encrucijadas de un país que se menea entre la tradición y la modernidad, entre la extrema pobreza y la extrema riqueza.
La primera cosa que debo hacer al llegar a la oficina es “marcar tarjeta” a través de un sistema informático creado por la oficina de recursos humanos. Es el primer trabajo donde debo registrar la hora de ingreso y salida, un detalle de las actividades que hago y el tiempo que dedico a cada una. Si sobrepaso los 500 minutos de tardanza empiezan a descontarme días de vacaciones. Es un trabajo burocrático el cual detesto pero a la vez vivo resignado. Enseguida una lectura de periódicos locales y peruanos, la revisión del mail y la apertura del Messenger. Preparo mi desayuno (usualmente cereal y yogurt) y empiezo a trabajar. En estos días debo hacer unos reportes de la educación de 19 estados de la India para un evento que se realizará en Delhi, en el cual también participaré. Estoy emocionado porque será la oportunidad de conocer el Taj Mahal.
Mientras empiezo, la “maid” limpia la oficina. He querido hacer contacto visual para saludarla por respeto pero es imposible. Además de no terminar de entender las sutiles líneas de confianza y respeto que existe entre los sexos, a veces siento que atento la privacidad y sobre todo las demarcadas reglas de jerarquía que existe en la sociedad india.
Cuando son las 10am, se va la electricidad. India sufre un problema de energía y los cortes son comunes en todas las ciudades por lo que las oficinas y negocios cuentan con grupos electrógenos y baterías para las horas de recorte. Para enfrentar el serio problema energético, en mi ciudad por ejemplo, todo nuevo edificio está obligado por ley a tener un panel solar. En mi oficina, las baterías sólo proveen energía a las computadoras, lo que significa que nos quedamos sin ventiladores. A los minutos empiezo a sudar como si estuviese en un sauna. Manos húmedas, hilos de sudor donde mis brazos se apoyan y gotitas del mismo en el pecho. Mis compañeros se quejan pero tienen más asumido que India, sencillamente, es así.
A las 11:00 u 11:30 regresa la luz y los ventiladores son un alivio. Sigo avanzando mis reportes hasta la hora del almuerzo. Esta vez no he llevado mi comida por lo que decido salir con mis colegas indios. El lugar escogido es Nandini , un restaurante especializado en comida venida del estado de Andhra Pradesh. Las calles están semi-desiertas y muchos establecimientos se encuentran cerrados. La razón es que es mediodía del viernes, día de descanso y hora de oración para los musulmanes.
En el restaurante, hemos pedido thaly que significa plato. Es una típica comida que con variantes es muy extendida en toda India. Nos sirven sobre hojas de plátano - característica habitual del sur de India- arroz con ghee (especie de aceite o mantequilla derretida), dhal (lentejas), sambhar (especie de caldillo), papad (especie de tortillas muy delgadas), razam (otro caldillo) y curd (especie de yogurt). El dhal es muy picante y requiero beber agua constantemente, aún así es delicioso combinado con arroz y papad. Aunque para reducir el efecto de la comida condimentada y picante es recomendado beber el curd, no suelo hacerlo por una psicológica y convenida alergia que tengo a los derivados de la leche. Tampoco uso las manos para comer como lo hacen mis colegas pero es más un tema de practicidad.
La tarde pasa sin nada espectacular, salvo algún corte adicional de luz con su respectiva transpirada. Es el segundo viernes del mes, lo que significa que no debo trabajar el sábado. En la oficina se descansa los segundos y cuartos sábados de cada mes. A las 6 en punto salgo disparado de nuevo en bicicleta; el tráfico empieza a crecer vertiginosamente. Llego a mi casa, cojo mi mochila y de nuevo a la calle en dirección a la piscina. Me esperan 45 minutos de bicicleta pero esta vez no son vacas sino cientos de motos que se cruzan e invaden todo centímetro de las pistas e inclusive las veredas y en sentido contrario. El sonar de los claxon es constante y la polución se puede sentir secando y raspando la garganta. Muchos optan por usar pañuelos sobre la cara. Las motos con una, dos y hasta familia entera de cinco personas transitan raudas por las calles. La ley obliga sólo al conductor usar el casco. Para un ciclista como yo, una combinación de peatón sobre ruedas, no existen reglas específicas, por lo tanto las veredas y pistas son accesibles y los semáforos inexistentes.
La piscina es limpia aunque con desbordante cloro. Varios instructores enseñan atentamente y “poseramente” a los principiantes. Sin embargo, dentro de ella, todos nadan en desorden: se cruzan, invaden, chocan debiendo estar constantemente atento. La piscina como no podía ser de otra manera es tan caótica como la calle misma. Siento que estoy en la India acuática. A diferencia de Hyderabad, en esta piscina de Bangalore, hombres y mujeres pueden nadar juntos. Los trajes de baño de las mujeres suelen llevar una falda sobre la calzoneta muy parecido a los trajes de las mujeres tenistas; otros modelos llegan hasta los tobillos mientras algunas prefieren usar un short de lycra debajo del traje de baño.
60 minutos de submarinos chocones y otros 45 minutos de bici a casa para alistarme a salir. Como cada viernes y sábado hay fiesta organizada para los expats (ex-patriados) del mundo viviendo en India. No suelo ser asiduo pero hoy hay fiesta latina; la primera en organizarse en Bangalore, al menos es lo que dicen. Una de las razones, el alto número de latinoamericanos que han empezado a llegar a Bangalore. Parte del crecimiento de los call-center que requieren hispanohablantes que puedan atender llamadas provenientes de USA y Canadá. Es un fenómeno industrial, global y liberal que otorga a India y principalmente a Bangalore una aparente bonanza económica. Muchas transnacionales prefieren invertir industria, sucursales y oficinas en India donde la inversión, mantenimiento y mano de obra resulta ser más barata que en los países de origen. Así, en pocos años muchas transnacionales han abierto sucursales en India, principalmente en el área de tecnología y comunicación. India vive un aparente progreso y Bangalore se ha convertido por excelencia en la ciudad IT siendo llamada el Silicon Valley de India.
Llevo mi segundo año y no he encontrado un peruano en Bangalore, aunque si me he comunicado con alguno en Mumbai y otra en Delhi. El grueso de personas latinas que ha empezado a llegar viene por trabajo en call-centers o por intercambio de universidad. La mayoría proviene de Chile; le sigue México. Somos poquísimos pero somos. Las fiestas expats se realizan en grandes hoteles de lujo o exclusivos pubs donde se combinan turistas, expats y la joven clase alta de India. Es otra cara de país donde no encuentras sarees, dotis o salwars sino todo lo contrario ropa de marcas occidentales, cervezas internacionales y barbacoas. La condición de expat te hace tener un vínculo con los que no somos de India. Compartimos de alguna manera las mismas satisfacciones y frustraciones pero no necesariamente la misma perspectiva sobre el país. El flujo de expats es sorprendente. Cada mes, así como vienen se van; las amistades son fugaces. Las conversaciones suelen ser comunes: cuánto tiempo llevas, cuánto tiempo más estarás, qué tipo de visa tienes, qué problema con la visa tienes, qué haces; a lo que se suma las mil divertidas anécdotas y “quejas” sobre la cultura India. Muchos vienen atraídos por la reserva espiritual, la riqueza cultural, la exoticidad del país pero en Bangalore también cuenta venir para hacer negocios, hacer dinero y por último depredar India. Estos pocos, viven acuartelados en hoteles y clubes sacando el máximo de provecho al sueldo en moneda extranjera y los gastos en moneda local.
La fiesta no resulto lo que imaginaba. Poner a Shakira y Ricky cantando en inglés fue lo más latino que pudieron ofrecer además de los exóticos tequilas y mojitos. Como no sorprenderá no existe pisco ni siquiera aquel aguardiente de uva del país sureño. Llega las 11:30 y la fiesta empieza a terminar. Es lo usual. No existen muchos locales que se extiendan más allá de la medianoche. La fiesta continuará en alguna casa particular con los llamados “after party”. Nunca falta un expat que está de despedida, otro que anda muy ebrio o alguno con necesidad de socializar y hacer amigos. He decidido no continuar la fiesta. Me regreso a casa. La salida requiere negociar mucho con los choferes de autorickshaw (mototaxis) que buscan incautar a algún ebrio o recién llegado expat que no conozca la ruta.
Esta es mi India cotidiana, con la que vivo el día a día, lejana de ese grandioso y majestuoso círculo turístico pero que me hace comprender mejor los dilemas y encrucijadas de un país que se menea entre la tradición y la modernidad, entre la extrema pobreza y la extrema riqueza.
*Brigade Road, corazón comercial de Bangalore, India
Hola, planeo ir a Jerusalén en agosto y setiembre, y el avión llega a Telaviv, leyendo encontré que desde ahí puedo tomar un taxi para Jerusalén, quería algunos otros consejos, como si debo cambiar dólares o sacar algún permiso para Palestina, cómo ir a Palestina desde Jerusalén, eso, gracias.
Angélica.
Angelica, suerte en la aventura.
1) Desde Tel Aviv puedes tomar taxi (y seguro shuttle) a Jerusalen sin ningun problema. Ambas son parte de Israel.
2)Cambia dolares donde mejor te convenga. Como siempre, cambia poco en el aeropuerto que la tasa de cambio no te beneficia. En Jerusalen hay muchas casas de cambio.
3) Para Palestina no necesitas ningun permiso especial, principalmente si vas a Belen, Hebron o el Mar Muerto por ejemplo. En ambos casos estamos hablando de la Palestina Cisjordania. Cosa diferente es si quieres ir a la Franja de Gaza lo cual no te recomiendo.
4) Si vas a Palestina, lleva tu pasaporte y otro documento que pueda servir. Cuando entres o salgas de Palestina, pasaras controles militares.
5) Trata siempre de manifestar que tu interes es mas religioso que politico. Visitar lugares santos antes que conocer la situacion de los refugiados, por ejemplo.
6)Si es posible, anda en grupo o con agencia de viajes.
7) Me imagino que eres cristiana. Eso facilita algunas cosas.
8) A un costado de la ciudad amurallada de Jerusalen, veras que hay combis y colectivos (taxis compartidos) para visitar Palestina turistica. Fija bien todo antes de partir. Los precios se negocian y acuerda hasta donde te llevan y traen. Algunos no quieren ir a ciertas zonas o cobraran altas tarifas. Acuerda ida y vuelta mejor. Desde Palestina, no todos los taxis estan autorizados a entrar a Israel y aunque puedes hacer transfer en el puesto de control, es mejor un unico servicio. Hay tambien una especies de van o combi que tienen precio fijo y son mas caros que un bus publico pero mas baratos que un taxi.
Suerte. Disfruta y aprende sobre Jerusalen todo lo que puedas. Si puedes, luego comparte lo que viste, escuchaste, sentiste. Seguimos en contacto.
Ow, mil gracias, ya tengo mi pasaje, salgo de Lima el 4 de octubre y regreso el 12, menos mal que a los peruanos no nos piden visa, dime, ¿está muy lejos el Mar Muerto?, gracias nuevamente, Angélica.
Ah, otra pregunta, desde Jerusalén, ¿cuánto saldría ir a Belén y al Mar Muerto con agencia de viajes contrada en la misma Jerusalén?, ¿se puede hacer en un solo día?, imagino que sí porque es chico, gracias.
Angelica. Sobre agencias de viaje, no se. Si te puedo decir que en un dia puedes hacer Belen. Alli tienes la Iglesia de la Natividad y un pequenho paseo por Belen viejo. Ah, a poca distancia se encuentra la gruta donde los pastores fueron anunciados del nacimiento de Jesus. Busca comprar artesania alli (quizas una cruz de olivo) para que puedas ayudar a palestinos que solo dependen de ello y no tienen acceso ya a jerusalen. Si estas interesada, cerca tambien puedes ver un refugio o lo que fue porque ya todo esta urbanizado aunque siguen llamandose asi.
Mar Muerto esta un poquito mas lejos pero tambien puedes hacerlo en un dia. Depende que quieras hacer alla. Clasica foto, flotando en el agua salada.
Suerte y comenta a tu regreso. Informacion adicional y nueva sirve para otros viajeros
Mil gracias, Angélica.
Ah, te quería preguntar sobre Jordania, ¿cómo es el asunto de las visas y la entrada desde Israel?, gracias.
Alex,
Pasé a leerte de nuevo y de paso a agradecerte por los consejos que me diste para el viaje a Israel-Palestina, lo disfrutamos mucho. Ademas me encuentro a Angelica que pregunta algo parecido.
Yo fui con mi esposo solos sin agencia de viajes y la pasamos muy bien, pudimos hasta visitar a nuestros amigos en Ramallah y conocer Jordania. Salir de Israel no es problema para nada ni yendo a Palestina ni a JOrdania, entrar de nuevo es la cosa pork te preguntan de la A a la Z. Ayuda mucho mencionar a algun amigo israelí judio si lo tuvieses sino con tus motivos religiosos basta y sobra, es tedioso por las colas y la cara de desconfianza de los de la frontera pero tranquila Angelica pork normalmente no pasa nada.
un saludo a los dos y muy interesante tus experiencias en India!
Y para Jordania lo mejor es entrar por Eilat al sur de Israel pues no necesitas visa sino sólo pagar un impuesto. La otra frontera con Jordania es por el norte, cerca a Jerico por el King Hussein Bridge pero ahi si necesitas visa y es mas complicadito.
Nosotros entramos por el sur, visitamos Petra y el Mar muerto y salimos por el norte y no hubo problemas; pero claro todo depende si tienes el tiempo suficiente.
Lalita!
Gracias por la informacion. Ahora te animo a colgar un post en este blog sobre tus aventuras en Jordania. Petra debe ser impresionante!!
Para entrar a Israel, luego de visitar un pais musulman y mas aun limitrofe con Israel siempre traera momentos incomodos. Felizmente Jordania ya tiene limites definidos con Israel.
Anonymus, no estuve en Jordania. Espero que Lalita haya ayudado con su comment. La mejor de las suertes y como Lalita, escribenos a tu regreso.
Saludos y gracias por escribir
Alex
Gracias a ambos, Angélica.